“EL CURRÍCULUM ES UN ESPACIO DE
TOMA DE DECISIONES”
Por
Juan Ernesto Sáenz Loza.
El
presente artículo se fundamenta en la publicación “Jorge Luis Meza Morales Diseño
y desarrollo curricular ISBN 978-607-733-112-4 Primera edición: 2012.
1. INTRODUCCIÓN
En
el extenso espacio curricular, tal como hemos tenido, por otro lado,
oportunidad de ver hasta ahora, son muchos los elementos a tomar en
consideración, muchas las variables que inciden sobre la práctica de la
enseñanza y, desde luego, distintos los valores que cada una de ellas puede
asumir según el enfoque o perspectiva que se adopte.
Hacer
referencias al carácter abierto de la práctica curricular, en donde las
posibilidades que sobrevienen de tomar en consideración un currículum
interactivo, preactivo o, incluso, estrictamente normativo, remite a un estado
de la cuestión en donde deben asumirse las referencias a un currículum sobre el
que es posible la toma de decisiones. La enseñanza se decide, al menos en buena
parte, y esto lógicamente va en la línea contraria a la consideración de un
currículum enteramente pensado, decidido o desarrollado en espacios extraños a
los escenarios propios de la práctica profesional y docente de la enseñanza, un
currículum cerrado y atado por otros (Eggleston, 1992).
Apreciados
más extensamente los procesos, esto es, como procesos de enseñanza y
aprendizaje, éstos gozan de la posibilidad de ser considerados espacios para la
toma de decisiones. Como afirma Zabalza Beraza (1999: 50)
Ahora
bien, este espacio puede ser estimado de muchas maneras: como espacio para la
decisión unilateral, como espacio de desarrollo de lo que otros sí que
decidieron por mí, como espacio para la decisión autoritaria o negociada, etc.
En este sentido y en sintonía con la expresión de la filosofía que tratamos de
mostrar, la manera en que entendemos la enseñanza, es decir, el espacio
curricular en donde teoría y práctica se funden en una praxis congruente que
une a docentes y alumnos en una trayectoria formativa de colaboración mutua,
tiene que ver con la necesidad de impulsar más todavía la colaboración a todos
los niveles, la ayuda mutua que supone la relación pedagógica y didáctica, y
todo ello posibilitado por un currículum que emana desde sus elementos y
contenidos esta necesidad.
El
currículum es un espacio para la toma de decisiones y, también, un escenario en
donde los actores (en sentido amplio la comunidad educativa, en sentido
estricto profesores y alumnos), construyan diálogo, relación, colaboración,
reciprocidad, corresponsabilidad y compromiso en la mejora de esta relación; y
además se esfuerzan en ello.
Las
decisiones y la propia tarea de enseñar, especialmente la enseñanza
institucionalizada, es fundamentalmente colectiva, no se trata simplemente de
decisiones personales, como hasta cierto punto se deduce de muchas de las
definiciones que al uso tenemos de enseñanza. Además, la existencia de sujetos
que actúan sobre el espacio decisorio del currículum, debe remitir, bajo esta
perspectiva, no sólo a aquéllos que diseñan el currículum, ni tampoco sólo
quienes lo desarrollan, sino también quienes lo utilizan -los alumnos en última
instancia- no sólo se ven afectadas las nociones de profesionalidad, sino
también otras que tienen que ver con las mismas relaciones entre enseñanza y
aprendizaje (Marhuenda, 2000).
Es
decir, la amplitud de miras en esta cuestión requiere que la discusión se abra
y recorra no sólo los temas de interés que se inclinan sobre los enseñantes
sino, también, aquellos otros que se ciernen sobre los aprendices, de tal
manera que los intereses queden centrados no sólo en una parte de los procesos
de enseñanza y aprendizaje, sino en la totalidad de los mismos, como totalidad
que se desarrolla en el espacio currículum.
Decidir
sobre la enseñanza, diseñar la enseñanza, consiste en pensar la práctica antes
de realizarla, considerar los elementos que hayan de intervenir en ella, tener
en cuenta la normativa, prever los cursos de acción, anticipar las
consecuencias de esa acción, ordenar los pasos que se deben dar, establecer el
contexto y aprovisionarse de los recursos necesarios para enseñar. Planificar
consiste en anticipar la interacción, en configurar el escenario en que tendrá
lugar la representación. Pero la planificación de la enseñanza es compleja, a
ella subyacen supuestos epistemológicos, sociológicos y psicopedagógicos. Como
ya vimos anteriormente, puede acometerse esta tarea como aplicación de
principios y procedimientos fundamentados científicamente, o puede hacerse
también desde una perspectiva artística.
Se
trata de sólo una parte de la tarea decisoria, la otra corresponde a las
acciones propias de la práctica, las cuales se simultanean con las decisiones
sobre la práctica, lo cual nos obliga como ya dejamos ver, a considerar los
distintos ámbitos de planificación o toma de decisiones del sistema educativo,
que varía a si hacemos referencia a la enseñanza en un centro de secundaria a
si lo hacemos para un centro de educación infantil y, lógicamente, atendiendo
al permanente proceso reformador en el que nos encontramos desde hace más de
treinta años; igualmente a considerar a los diversos agentes que planifican,
los cuales se ven afectados por problemas semejantes, pero también singulares y
diferenciados; también a considerar que estos agentes ven regulado el alcance
de su capacidad de decisión, dado que las decisiones están sometidas a un
control, cuando no son determinadas de ellas las que ni siquiera pueden ser
ejercidas por los actores del espacio aula.
Por
todo ello, decidir y planificar el currículum son tareas que se concretan en
distintos ámbitos; desarrollar el currículum es una tarea que se ve también afectada
por una variedad de situaciones contextuales y situacionales, propias de la
tarea compleja y multivariada que supone la enseñanza. Escudero (1983) afirmaba
que hablar de desarrollo curricular, en la medida que es también transformación
de un planificación, significa lo mismo que hablar de enseñanza. Pero, además,
esta consideración debe comprender que lo que ella pueda asumir, en tanto que
puesta en práctica del proceso de desarrollo curricular, puede comprender tanto
una implementación del currículum, como una adaptación del currículum diseñado,
o bien una construcción o reconstrucción curricular (Snyder, Bolin y Zumwalt,
1992), como poco ya que es necesario admitir que la enseñanza sigue siendo una
actividad compleja, intencional, multivariada e institucional, razones que
apoyan un discurso abierto a la deliberación y diálogo antes que a la
imposición.
El
otro gran elemento que no falta dentro del proceso de diseño y desarrollo del
currículum es la evaluación, que en sentido genérico remite a conocimiento y
proceso de análisis que facilite la comprensión y, a través de ella, conduzca a
la mejora (Santos Guerra, 2000).
La
evaluación, que abarca todo el proceso en el sentido en que antes lo hemos
descrito, tal como lo entiende Doyle (1992) constituye un punto de referencia
fundamental para entender la importancia del contenido, del diseño curricular y
también de las propias relaciones pedagógicas que se establecen dentro del
aula, todo lo cual implica considerar como objetos de la evaluación al propio
aprendizaje, como proceso y como producto, el ambiente del aula, las relaciones
de comunicación, al profesorado, a los materiales y recursos, al diseño del
currículum, la propia organización de la escolaridad, las condiciones de
enseñanza, la adecuación de los objetivos, etc. (Marhuenda, 2000).
La
flexibilización y la apertura del currículum no ha dejado de plantear la
cuestión de la existencia de un currículum hegemónico que se controla a través
del impulso de contenidos y materiales seleccionados, y una evaluación que
también proviene del Estado y las Comunidades Autónomas. Marhuenda (2000)
advierte cuán curioso es comprobar cómo se da autonomía a los profesores en
torno a cómo enseñar, pero no en torno a qué enseñar ni para responder a las
preguntas que se ciernen en torno a la evaluación (Marhuenda, 2000: 112)
CONCLUSIONES
El Currículum se refiere al conjunto de
competencias básicas, objetivos, contenidos, criterios metodológicos y de
evaluación que los estudiantes deben alcanzar en un determinado nivel
educativo, entonces se comprende que, en el sentido educativo, es el diseño que
permite al docente planificar las actividades académicas.
Mediante
la construcción curricular la institución plasma su concepción de educación.
De
esta manera, el currículo permite la previsión de las cosas que hemos de hacer
para posibilitar la formación de los educandos.
Para
su trabajo en el aula, el docente transforma este curriculum en una
planificación contextualizad, inmersa en el Proyecto Institucional del Colegio,
considerando la realidad sociocultural de sus alumnos y con un conocimiento
real de su nivel de aprendizaje, intereses y características individuales.
Como
profesores debemos dar intencionalidad educativa al hecho de aprender a saber
hacer, ya que se proclama que la relación entre teoría y práctica, entre
conocimiento (conceptual) y aplicación (procedimental), no es una relación de
oposición, sino de necesaria implicación para que los aprendizajes sean
significativos, completos y alcancen los estándares de calidad que se merecen
nuestros alumnos.
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
Cusicanqui
Eddy, y otros, Teoría Pedagógica descolonización comunitaria Intracultural
ANDINO-MESTIZO-AMAZÓNICO, La Paz – Bolivia 2006
DELORS,
J. (1996). LA EDUCACIÓN ENCIERRA UN TESORO. En I. A. Jacques Delors, LA
EDUCACIÓN ENCIERRA UN TESORO (pág. 107). Madrid - España: Grupo Santillana
Ediciones.
Diseño
curricular para la formación de docentes de secundaria INSSB – 2004 – La Paz
Bolivia.
Estado
Plurinacional de Bolivia Ministerio de Educación. (2010). Ley de la Educación
"Avelino Siñani-Elizardo Pérez" No 70.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario